Te vi. Tú te acercabas lentamente
por el borde del agua hacia el espacio
que ocupaba mi cuerpo y tan despacio
te vi llegar que no me vi. Mi mente
discurrió que venías al abrazo,
se imaginó el abrazo de repente.
Yo no te conocía casi y frente
a aquella ensoñación opuse el trazo
de la palabra “no”, ¡qué diligente
la negación en mí abriendo el paso,
perforando los muros!, ¡qué fracaso
la negación de ti: tres veces miente!
Pasaste por mi lado junto al agua
trayendo todo el fuego de la fragua.