La vida algunas veces agradable
de mañanas saluda y me regresa,
pero aún así y aquí el alma confiesa
la inclinación al temporal mutable.
Prefiero el huracán al viento amable
que me acomoda el día. No hay sorpresa
mayor que conocerse ni promesa
que me desvíe de lo inevitable.
Y si tras la galerna queda apenas
un poco más de menos de mí misma,
si quedo a la merced del oleaje,
replegaré las velas y en mis venas
haré nido hacia arriba; la marisma
me encontrará y será otro viaje.