Quiero estar en la tierra, pero a poco
que pongo un pie sobre el asfalto anhela
vivir del aire el yo que en mí tampoco
se siente yo en el aire. El alma vuela.
Este paseo denso –¿me equivoco?–
tiene de cárcel mucho, es una escuela
con patio de recreo y maestro loco
y algunos episodios de novela.
Quiero estar en la tierra levemente,
pero estar en la tierra es bajar tanto,
es arrojarse al mar de lo sensible
y hay un silencio exacto y permanente
que me dice “no escuches ese canto
porque la realidad es imposible”.