No estamos hechos para el sufrimiento.
¡Tanto valle de lágrimas en vano,
tanto himno tonto, tanto sentimiento
sentimental, tanto ser ser humano!
¡Tanto enfangarse, tanto regodeo
en el lodo por tanto triste canto
y el espanto del tiempo y el deseo!
¿Para qué tanta pena? ¿Por qué tanto?
No nos acostumbramos, nos negamos
a sufrir en esta casa esquiva,
este cuerpo de tierra que abonamos
con la necesidad. Y el alma viva
nos dice sonriendo: “sois los amos,
pero yo ya me iba, ya me iba”.