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Foto del escritorMaría Fernández Lago

POLVO ENAMORADO


I

Nos ganó la inocencia la defensa

traspasando los muros sin sonido,

los emparrados altos donde piensa

el aveamor y habita y hace nido.

Tú, sensible ante el mundo; yo, suspensa

en el sueño en el sueño. No me olvido y te recuerdo tú: mirada extensa a la verdad primera en el latido.

Encajas en tu forma, te pareces más a ti que tú mismo, soy testigo

del yo que te recuerda de otras veces

en el sueño en el sueño, monte, olivo.

Te quedaste dormido, tú, conmigo, y regresaste a mí, antiguo y vivo.

II

Se me han borrado las palabras, todas

huyen de mis esquinas, yo, si huyo,

de ti, de mí, hacia el principio, intuyo

que volveré al abrazo que acomodas.

El círculo del tiempo nos... completa

–las palabras se vuelan–, en la altura

revolotean aves. La estatura de nuestra propia meta es nuestra meta.

Tanto amor –las palabras se han borrado–

nos sostiene, nos hace, nos preserva; mujer hecha de verbo, hombre que observa,

hombre de voz, mujer que se ha mirado.

Las palabras en fuga, tú, el idioma,

yo, el papel aguardando a la paloma.

III

Saber amar y a mar al mismo tiempo.

Yo que me vi la flor de la palabra

cuando ejercí Narciso en una fuente,

confieso que en la sal de los contornos

me has hecho de silencio y pura pausa,

sinceramente muda y acallada

por la voz y el latido con que abrazas.

¡Por fin brindé al silencio la palabra!

¡Por fin se calló el mundo que bullía a borbotón de nombre y lo nombrado!

¡Por fin llegas a casa con el canto

que sabe a mar y amar al mismo tiempo!

Como yo, sabes ser en ningún sitio y fingir que en el siendo respiramos.

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