I
Nos ganó la inocencia la defensa
traspasando los muros sin sonido,
los emparrados altos donde piensa
el aveamor y habita y hace nido.
Tú, sensible ante el mundo; yo, suspensa
en el sueño en el sueño. No me olvido y te recuerdo tú: mirada extensa a la verdad primera en el latido.
Encajas en tu forma, te pareces más a ti que tú mismo, soy testigo
del yo que te recuerda de otras veces
en el sueño en el sueño, monte, olivo.
Te quedaste dormido, tú, conmigo, y regresaste a mí, antiguo y vivo.
II
Se me han borrado las palabras, todas
huyen de mis esquinas, yo, si huyo,
de ti, de mí, hacia el principio, intuyo
que volveré al abrazo que acomodas.
El círculo del tiempo nos... completa
–las palabras se vuelan–, en la altura
revolotean aves. La estatura de nuestra propia meta es nuestra meta.
Tanto amor –las palabras se han borrado–
nos sostiene, nos hace, nos preserva; mujer hecha de verbo, hombre que observa,
hombre de voz, mujer que se ha mirado.
Las palabras en fuga, tú, el idioma,
yo, el papel aguardando a la paloma.
III
Saber amar y a mar al mismo tiempo.
Yo que me vi la flor de la palabra
cuando ejercí Narciso en una fuente,
confieso que en la sal de los contornos
me has hecho de silencio y pura pausa,
sinceramente muda y acallada
por la voz y el latido con que abrazas.
¡Por fin brindé al silencio la palabra!
¡Por fin se calló el mundo que bullía a borbotón de nombre y lo nombrado!
¡Por fin llegas a casa con el canto
que sabe a mar y amar al mismo tiempo!
Como yo, sabes ser en ningún sitio y fingir que en el siendo respiramos.