Yo ya sé medir la luna
y sé la raíz del tiempo,
la flor de la quinta esencia
y el número del espejo.
No necesito que alguien
me dibuje lo correcto
bifurcado en laberintos
que enmarañan lo concreto.
Si me equivoco, mi error
se ha forjado en lo incompleto;
componiendo la unidad
reparo el error y acierto:
la diana está en la suma
de los círculos concéntricos.
No necesito que alguien
me imponga su ministerio,
porque me gobierna nadie
mejor que cualquier gobierno,
ni que interponga de oficio
en el Gran Sueño sus sueños;
el dueño de tal idea
ni tiene idea ni es dueño:
al sonámbulo le digo
que predica en el desierto.
Yo ya sé medir la luna
y sé la raíz del tiempo,
la flor de la quinta esencia
y el número del espejo.