Atento estate al viento en tu garganta.
Tu canto es interior. En ti presente
intenta, como el santo, ser paciente
sin antes enturbiar a la hora santa.
Entretente entretanto y, entre tanta
tan tonta tentación, entinta el ente
que es entero y fantástico en la mente,
lenta sentencia amén si se atraganta.
Con un amor sincero en cero siente
cómo es acero amor si se suplanta
su acento. Y ya contento, ya prudente,
decanta, encanta, espántate, levanta,
apréndete de dentro, ve de frente,
entiéndete en el centro. Entonces, canta.
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