Empieza el otro tiempo: el tiempo ahora.
Un tiempo amable, suave, transparente,
definitivo, nuevo, azul, paciente,
carente del segundo y de la hora.
Comienza el tiempo eterno. Ya no llora
el minutero escaso el agua ausente,
un tiempo siempre niño en una mente
ya siempre niña siempre en esta aurora.
Esta quietud del día siempre día,
el día solo y calmo, observatorio
del mundo donde giran todavía
los astros en su afán combinatorio;
esta quietud del alba, al alma mía,
le descorre el telón de lo ilusorio.