María Fernández Lago
EL ALMA ACARICIADA
En contra de los tiempos me declaro,
ajena al discurrir en el espacio,
mi espíritu se muestra así reacio
al pasar, al morir, al desamparo.
Me resisto a creer que a este claro
día lo seguirá en un prefacio
del libro del final, el fin. Despacio
quiero cruzar la puerta, Jano avaro.
Tan sólo de ti broto en el anhelo;
el alma que acaricia al alma en calma
y es un llanto dormido a ti me inclina.
Y en contra de la ley de tierra y cielo,
me quedo en tu silencio, vida y alma,
ovillada en tu luz ultramarina.