En contra de los tiempos me declaro,
ajena al discurrir en el espacio,
mi espíritu se muestra así reacio
al pasar, al morir, al desamparo.
Me resisto a creer que a este claro
día lo seguirá en un prefacio
del libro del final, el fin. Despacio
quiero cruzar la puerta, Jano avaro.
Tan sólo de ti broto en el anhelo;
el alma que acaricia al alma en calma
y es un llanto dormido a ti me inclina.
Y en contra de la ley de tierra y cielo,
me quedo en tu silencio, vida y alma,
ovillada en tu luz ultramarina.