A donde llegó la paz
que traías a hurtadillas
no llegan las maravillas
del verso más eficaz.
Eres la estrella fugaz
que sana la copa rota,
el ángel de mi derrota
y el hogar de toda urgencia,
tu conciencia es mi conciencia
desleída gota a gota.
Yo sigo sin ver muy claro
el horizonte del verso
que en seguridad inmerso
te atraviesa de un disparo.
Invisible me declaro
y te declaro mi acento,
quietud en el movimiento
y final de la mentira,
porque el amor le retira
el dolor al pensamiento.
En esta calma inicial,
prefiero lo sosegado,
el abrazo pareado,
el candor de igual a igual.
En la versión oficial
en esta vuelta al olvido
no dirán que me he escondido,
porque grité al viento el nombre,
porque tu verso de hombre
ha hecho nido en el sonido.