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Foto del escritorMaría Fernández Lago

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Una vez hecha a modo de universo

la malla donde juegan los motivos,

corresponde mirarse en el espejo.

Un espejo es preciso, por lo tanto.

Se estira el brazo y se establece un ángulo

y así nace la imagen en silencio.

Como todo ha nacido del silencio,

que es la quietud perfecta, el universo,

bien visto, desde el foco de tu ángulo

resume en el silencio los motivos,

pero no adelantemos hasta tanto

te sepas tú la imagen del espejo.

Por ahora tenemos un espejo

y una imagen forjada en el silencio,

semejante al silencio, y eso es tanto

que necesitaría un universo

para escribirte todos los motivos

desde el punto de vista de mi ángulo.

Sabiendo que miramos desde un ángulo

siendo imagen perfecta del espejo

y que somos en suma los motivos

de no saber qué somos, en silencio

responde a la pregunta: el universo,

¿te parece infinito o ya no tanto?

Para que no te pierdas entre tanto

alboroto: reflejo, imagen, ángulo,

en la malla sutil del universo,

sabe que eres la voz en el espejo

en la extensión del brazo del silencio.

Con esta luz ¿no sobran más motivos?

Pero si aún pretendes los motivos

desconocer y vas a cada tanto

preguntando tu suerte y el silencio

te conduce de un ángulo a otro ángulo,

deshaz la ruta exacta del espejo:

es inútil culpar al universo.

Es uno el universo y los motivos,

resuelve en el espejo el dos en tanto

te brinda el tres un ángulo en silencio.

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