María Fernández Lago

30 de nov de 20171 min.

LA TIERRA PROMETIDA

Me quedé estando en mí, no fue una huida,

no fue una rendición, no fue egoísmo,

alguno sabrá ya de este bautismo

que el manto del silencio nutre y cuida.

Yo nunca estuve sola, estuve unida.

¡Soledad!: abandono de uno mismo,

cauce sin solución donde el abismo

presenta un 1 falso y en caída.

Yo nunca estuve sola en este nido,

anduve silenciosa y satisfecha

hilando tiempo y verbo sin sonido;

cultivo de la fe que en justa fecha

cosecha de la fe dio, el prometido

fundó en el blanco el blanco con su flecha.

#sonetos

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