María Fernández Lago

6 de may de 20171 min.

EL ENCUENTRO

Tú no me eres ajeno en el latido.

Te vistes de Verdad. Naces al mundo

en cada despertar, cada segundo,

como un eco callado del olvido.

En la dificultad está la entrega:

basta salvar la brecha o la muralla

para encontrar la verja y, tras la valla,

la perla que nos une y nos sosiega.

Así, yo te imagino, hombre y alma,

como el conquistador que funda el puente

con la palabra niña e inocente.

Tú no me eres ajeno en esta calma.

Tú y yo nos conocemos en el pecho:

en algún punto el mundo se ha hecho estrecho.

#sonetos

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