María Fernández Lago

15 de abr de 20231 min.

PASEO

Le miraba a los ojos compungido,
 
le clavaba él la vista imperturbable,
 
la tensión se mascaba insoportable:
 
la impresión de la luz gana al sonido.

El silencio estallaba. Un sinsentido
 
de alfarerías fugaces memorable
 
sobre el vasallo asfalto impenetrable
 
devolvía al verdugo lo comido.

La correa, el bozal, el pienso seco,
 
la mirada indiscreta, el fachaleco,
 
conformaban un cuadro delicioso.

Bolsita negra en ristre, cogió el poso.
 
¡Cuán justa y cuán poética enseñanza!:
 
no siempre es plato frío la venganza.

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