María Fernández Lago

9 de abr de 20201 min.

EPIDEMIA

Bien podría escribir lo que me callo,

pero el silencio es fuente y permanece;

no todo pensamiento se merece

la impresión, la mirada, el justo rayo.

He llegado a pensar que, en este ensayo

de vida que vivimos, anochece

y el día que despunta no obedece

al ruido de los locos del serrallo.

El resto es intuición. Si la noticia

se ofrece en la metáfora, maestra

llave de lo nombrado, la pericia

estriba en saber ver lo que se muestra.

Nos ciega una epidemia: la estulticia.

La infección era otra. Y más siniestra.

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