María Fernández Lago
2 de oct de 20161 min.
Cada vez que procuro un verso amable,
carente de la tierra,
se me ocurre que inundo la palabra
con la misma palabra y como empapo
las sílabas y apenas las pronuncio
ya hacen charco,
me retiro al silencio que es de aire,
el recinto del aire, y allí hallo
en un sinfín de nada
todo lo necesario.