Hemos visto a dos jóvenes de ochenta
de la mano esta tarde de paseo
y hemos callado ambos el deseo
de dilatar el tiempo, ampliar la renta.
Hemos visto una meta y la tormenta
de un final, y el silencio y un rodeo
han dicho más que el plata tintineo
de todo abecedario y lo que cuenta.
Pudiera ser que, en fin, llegado el caso,
me apee del planeta yo primero;
si fuera así, leyendo a Garcilaso
sabrás por qué razón no pongo un pero
sin desdecirle un punto hacia el ocaso:
“por vos he de morir, y por vos muero”.